Hola amigas y amigos. He vuelto después de muchos meses inactivo en el blog, por razones laborales y responsabilidades, jeje. Estuve trabajando en un Hotel todo el verano, ganando buena plata, con lo cual me pude dar gustitos y pasarla lindo.
La verdad que fue un verano productivo en todo sentido… Quedaran lindos recuerdos, nuevas experiencias, muchos conocidos, y pocos pero buenos amigos.
Ahora tendre mucho tiempo para el blog, ya que solo me dedicare a estudiar.
¡Feliz Bienvenida para mi!
Quiero hablarles un poco sobre un gran escritor venezolano de los 70, llamado Francisco Massiani.
Tiene una forma de escribir muy casual, inteligente, fresca y transparente, y que realmente me gusta porque siento que soy yo el que escribe. Sus escritos tienen mucho de grotesco, sarcástico, pero a la vez drama, ternura, tragicomedia y principalmente mucha REALIDAD HUMANA. Detalla mucho cada cosa, tanto que le cuesta llegar a la idea principal, pero eso es lo que mas me gusta, comparto esa forma de expresarse, porque en esos detalles, vas conociendo con profundidad su forma de pensar, lo que quiere decir y el por que…
Estoy conciente que no es un tipo de lectura fácil de digerir, pero bueno, es para mí.
Les dejo una pequeña obra que me gusto mucho, llamada como el titulo de este post… «En el rincón mas solitario que hay en ti». Espero que les guste tanto como a mí, disfruten.
– Pero no era de la traducción de francés de lo que quería hablarte. Que por cierto: por fin no entregue ningún trabajo. El profesor me pregunto: Por que no trajo el trabajo, y yo estaba tan asqueado de excusas, y me pareció tan limpia, tan honesta su mirada, que le dije: Oiga, profesor, no la hice, lo siento, y el profesor bajo el lápiz y marco algo en una libreta. Pero no era de la traducción, ¿ves? Sino de lo que me paso casa de Andrés. Fue terrible. Imagínate que de golpe me veo sentado en el garaje de la casa. Así mismo: sentado sobre tres cauchos viejos. Como llegue y por que estaba sentado encima de aquellos cauchos, no lo se, te juro, no lo entiendo. Pero me pasa: basta que me sienta un poco mal para que termine en el sitio mas extraño que puedas imaginar: un ascensor. La escalera de un edificio donde nunca había puesto el pie. Una oficina de correos. Oiga, ¿que quiere?
– ¿Como?
– ¿Que desea?
– ¿Yo?
– Si, usted. ¿Quiere algo? ¿Quiere enviar una carta?
– No.
– Entonces dejé al que esta atrás.
Me paso. En serio. ¿Por que estabas en la oficina de correos? ¿Que hacías ahí? ¿Fuiste a dejar una carta? ¿Y antes? ¿Y por que estas aquí en esta esquina? ¿Hacia donde vas? ¿Donde dejaste el auto?
A veces da pavor salir a la calle. Oye: dejas el auto en un estacionamiento. Después comienzas a sentirte mal… ¡Ah! Bueno. Eso es lo que quería contarte: que cada vez que me siento mal, como un poco desganado, pero no triste exactamente, sino como atontado, no se, no sabría explicártelo, termino por perderme en los lugares mas extraños: encasa varias veces me han encontrado sentado en la bañera. O en l patio. O yo mismo subiendo… pero bueno. Eso es lo que quería contarte: En el garaje de Andrés hay un montón de maletas viejas, cajones, hierros, cauchos podridos. Bueno. Yo estaba sentado, muy bien sentado sobre cinco cauchos. Pero no es eso. Oye: estoy sentado, completamente perdido, sin saber donde estoy, aparecen unos ruidos y ¡Pas! ¿Que hago yo aquí? Los pasos y la voz de la hermana de Andres: Por favor, suéltame.
– Cállate – decía Joaquín.
– ¿No ves que nos pueden ver?
– No te preocupes. Nadie nos va a ver.
-No. Joaquín, por favor.
– Shiiiito. No hables tan alto. – decía Joaquín.
¿Te imaginas? Y yo ahí, entre aquel montón de basuras y trastos sin saber en que momento me había metido, y por que, ¿comprendes?
– Oye. Cuidado. Me haces daño, Joaquín.
– Espera.
– Es peligroso -decía ella-. Mejor no.
-No es nada peligroso.
– Joaquín, por favor. ¿No ves que alguien puede entrar?
– Nadie va a entrar, Maria.Aqui nadie viene,
– Puede que venga Andrés.
– No va a venir. Espera
¿Entiendes? Tú oyendo todo esto, y tratando de poner en orden la cabeza: ¿En que momento me metí en aquel maldito garaje? ¿Pero, que estaba haciendo? ¿Por que llegue aquí y como hago para salir? ¿Y si me ven?
– …por favor, Maria.
– Joaquín. Mejor lo haces como antes.
– No, así no.
– Si, es mejor…
– No, Maria.
– Joaquín, Estoy en el día…
– Maria, por favor. No aguanto.
– ¿Tienes muchas ganas?
– Estoy que exploto.
– ¿Y si nos ven?
– No nos ven. Anda.
¿Comprendes? ¿Que haces tu? Que haces tu sentado, y ahí, detrás de los cajones, y oyéndolo, y sin poder moverte, sin poder respirar, pensando que quizá Andrés te busca, y al no encontrarte…
Andrés, por favor, no me busques, vete al diablo, piensa que yo me fui a casa, no me busques, por favor, ¿como hago?
¿Como salgo? Porque no solo te has perdido en aquel bendito garaje, es ella, ¿ves? Y has reconocido la voz de Joaquín, ¿comprendes? Sabes que no es un sueño, que estas en el garaje, en la casa de Andrés, que hace un rato hablabas con Andrés, en el jardín, que la veías conversando con Joaquín, entre los árboles, que ella te había sonreído, si, a ti, a ese que esta sentado ahora entre cauchos y hierros oxidados, que siente pavor de bajar el cuello, de mover una pierna, de respirar. «Voy a comprar cigarros, ya vengo», te dijo Andrés, ¿ves? Pero en cambio no recuerdas por que te separaste de Joaquín y de Maria para llegar a este hediondo garaje, caer entre estos cajones.
– Deja, Joaquín. No…
– ¿Por que?
– No se, Joaquín. Puede llegar alguien.
– No va a llegar nadie. Que vaina.
Y después como quejas, como respiraciones forzadas, pequeños gemidos.
– Joaquín, ¿y si viene Juan?
– Juan se fue.
– ¿Seguro?
¡Dios mió! Juan estaba ahí, a un metro oyéndolos, te estaba oyendo, María, y no podía creerlo, no era verdad, tenia que ser un sueño, aquello era demasiado, ¿entiendes?
– Si, se fue. Yo lo ví salir.
– No se, Joaquín. Y si quedo…
– No puedes quedar nada. ¿Tú eres loca?
– Conozco una muchacha…
– Shiiito. ¿Como vas a quedar si estoy haciendo así?
– De todos modos. Me han dicho…
– Shiiito, por favor, Maria. O lo haces o no.
¿Entiendes? Es como si caminaras sonámbulo, ¿ves? Fíjate: imagínate que tienes un radio malo. Bueno, tengo que comprarle las pilas. Baje, fui a pie porque el carro lo tenia mi primo. Llegue hasta la ferretería, y no entre. Te juro que no entre, porque cuando llegue abajo recordé que Maria me había dicho que no llamara a Andrés tan tarde porque en su casa se molestaban, ¿entiendes?
Solo una frase, ¿Entiendes? Entonces te tragas dos cafés, siete cigarros, subes a pie hasta tu casa, entras, llegas a tu cuarto, y al ver las pilas viejas recuerdas que habías ido a comprar unas nuevas. ¿Entiendes? Pero eso es lo de menos. Imagínate ahora que no se trata de unas pilas. Sino de levantarte en la mañana, y llenarte de entusiasmo al pensar que hoy puedes invitarla al Hatillo. Podré llevármela en el carro, la invitare a que pasemos un rato allá, es agradable, comeremos naranjas, pasearemos por las colinas, podríamos llevarnos un pequeño tocadiscos, oír música mirando los árboles, con el cuerpo sobre una manta, su cara cerca, la música y las frutas. La invitarías a las doce. Así podrían estar a las dos de la tarde sobre el camino. Organizas el paseo, y a la una y media de la tarde bajas a comprarle las pilas que necesita el picop. Llegas y te ocurre lo mismo: de golpe algo, un mal recuerdo, un temor que te asalta. Olvidas momentáneamente que debías comprar las pilas. Estas paralizado. Mirando fijo la entrada a un café. ¿Que diablos vine a hacer yo? Entras en el café. ¿Que olvide? Pides un cafe negro. Fumas. ¿Pero por que se me olvido? Y a medida que pasa el tiempo, ya de regreso a tu casa, un raro cansancio se apodera de ti. Las piernas pesadas. Las piernas y los brazos. Como pesos inútiles. Desganado. Cada vez más cansado. Sientes que por alguna parte se fugan todas las fuerzas que antes se habían juntado en aquella ilusión que has olvidado repentinamente. Ya no te acuerdas de las pilas. No te acuerdas del paseo. No sabes a donde ir, a donde dirigirte. ¿Bueno, y que me pasa? te preguntas. ¿Que me esta pasando? Y es que se abre un hueco de olvido. Se abre un hueco, un vació de olvido en algún lugar de tu cuerpo. Ponle tú que este en el rincón más oscuro y perdido, mas escondido, ese hueco de olvido. Que no puedes dar fácilmente con el, encontrarlo. Sucederá que puede que pases todo el día, y cada vez mas cansado, mas desanimado, se fugan tus fuerzas y tus ganas por ese hueco de olvido.
Tus ganas se escapan y no hay como detener ese escape. No puedes detenerlo y cada vez mas y mas cansancio. Cada vez te gusta menos fumar, hablar, conversar con alguien, ir al cine, caminar.
Todo te va resultando estupido. Por que dar con ese hueco de olvido, tendrías que encontrar algo que haya estado antes ahí.
¿Entiendes? Una idea… un sonido, una voz, una palabra… Algo, ¿me entiendes? Pero en caso de que no encuentres nada, pasaras el día, y el otro, con ese hueco de olvido abierto en ti. Y cada vez que se le ocurra a ese deseo, esas ideas que inventamos para poder sentir una pizca de entusiasmo en el día, si a ese deseo que ha llenado de entusiasmo todo tu cuerpo, se le ocurre perderse por ese rincón, ese rincón solitario y oscuro, si por casualidad se resbala y se va, y cae en ese hueco de olvido, todo el entusiasmo que creció en ti con la aparición de ese deseo perdido ya, se caerá también, se escapara por ese hueco de olvido, y tu de repente, en medio de la calle, o subiendo una escalera, conversando, o bailando, o tomando algo con un amigo, sin saber por que, te sentirás devorado por una tristeza extraña, perdido y cansado, tan desanimado como si te hubieran respirado el alma.
Solo encontrando esa perforación interior que da salida a tus ganas, dirás tú. Pero no es fácil. Y es posible que pases mucho tiempo sintiendo ese pequeño vacío interior, en ese rincón que imaginas dentro de ti. Hasta que un día de buena suerte, una palabra, algo, se le ocurra llegar por ahí y recordarte el motivo que abrió ese hueco de mala suerte, ese hueco de olvido, y una vez recordando el motivo que lo abrió, lo habrás cerrado, y podrás llenar de ilusión ese rincón, y con los otros llenos, podrás caminar otra vez con alegría, podrás caminar otra vez sabiendo a donde y por que lo haces, y sintiendo deseos no solo de llegar adonde te provoca llegar, sino también gozando década pisada, de cada respirada que tedas.
Pero puede suceder que toda esa alegría viva, dura, alegría maciza, alegría que juras puede soportar un hachazo sin cortarse, que resistiría la caída de una tonelada encima de ella, que sientes corpórea, una alegría tan sólida que et ha dado una alegre solidez de vida en tus manos, que te permite agredir con los dedos la base de la botella, apretarla con seguridad, y la sensación de que aquella botella es tuya, de nadie mas en el mundo, y que es una buena botella, bien hecha, perfecta en su forma, y que si te da la gana la revientas con solo hundir mas los dedos en el vidrio, alegría que et ha costado quizá mas de trescientas horas de estar recolectando deseos e ilusiones juntados en aquel momento en que comenzaban a ser nutridos por la muchacha que te acompaña, esa bendita y milagrosa alegría corre ciega y desprevenida hacia un maldito hueco de olvido y el rincón mas oscuro y perdido de tu cuerpo se oscurece mas y de golpe, instantáneamente, te ves aflojando los dedos, bajando la botella sin la misma seguridad, no la encuentras tan perfecta en su forma, el mantel te resulta estupidamente rojo, el cigarrillo comienza a molestarte, te ves alejado y solo, y mas tarde, cuando la dejas y te despides, te vacías integro de aquel sabor grueso de vida plena, que tenia la vida.
Tú preguntas ¿que paso en el garaje? ¿Como término? No importa como haya terminado. Piensa que Maria me gustaba mucho. Piensa que si estaba ahí, era porque en un momento, cuando estabamos en el jardín, la sorprendí buscando la mano de Joaquín para tomársela cuando el la había dejado contra el árbol.
Todo lo recordé en ese momento en que estaba entre cauchos y cajones esperando que ellos me dejaran de una vez por todas a ver si me metía yo entero por uno de esos rincones, a ver si me perdía del todo, a ver si el rincón mas oscuro de todos…, en el rincón mas oscuro de mi cuerpo, podía abrir un olvido tan grande que ya no supiera mas nada de mi.
Como verán era un poco ¡extenso! Espero no se les haya hecho muy pesado, y que hayan captado la esencia del escritor. =)
Creo que no hace falta que yo haga muchas acotaciones, si hay alguien que lee este blog, me gustaría que opine sobre lo que dice.
Que cierto que es lo del hueco/rincón, increíble.
By Crow
Aerosmith – Hole in my soul
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